El Big Data se ha aplicado, gracias a su capacidad para predecir comportamientos, en distintas áreas. Desde sanidad, para detectar el comportamiento de los microorganismos ante medicinas y frenar posibles epidemias; en marketing, para analizar el comportamiento de los consumidores frente a productos; hasta en agricultura, para detectar el comportamiento meteorológico y actuar en circunstancia. Pero, también, se puede aplicar esta estrategia para conservar y actuar frente al deterioro ambiental: big data ambiental.
La polución provocada por el tráfico provoca inmensas nubes de dióxido de carbono en las ciudades, provocando daños directos sobre la salud. El consumo descontrolado de recursos limitados como el agua o la pérdida de las especies protegidas son daños directos contra el medio ambiente e indirectos contra nuestro propio hábitat y modo de vida.
El Big Data Ambiental no puede solucionar estos problemas, porque muchos de ellos están directamente ocasionados por el ser humano y en sus manos está que se remita.
Sin embargo, esta estrategia puede servir para mejorar la gestión de recursos hídricos de una localidad. Por ejemplo, a partir de los datos de consumo de la población en determinadas horas y estaciones del año, se puede predecir el consumo para las mismas etapas. De este modo, se pueden adaptar los servicios a las necesidades reales de la población y evitar el “despilfarro” del agua.
Otra aplicación del big data ambiental, sería en las industrias. Muchas de ellas emiten gases a la atmósfera debido a sus procesos de producción. El control de las emisiones, a partir del análisis del historial de los parámetros básicos utilizados en la producción, sería posible con big data.
Del mismo modo, se puede medir y controlar la calidad del aire. Si analizamos los datos recogidos por captadores de monóxido de nitrógeno y dióxido de carbono en los tramos de máxima afluencia de tráfico, a distintas horas del día y periodos del año. Podríamos establecer patrones de comportamiento y, a partir de aquí, controlar el tráfico y reducir las emisiones y mejorar la salud de todos los ciudadanos.
Sin olvidar todos los proyectos de biodiversidad y servicios ecosistémicos. Se pueden establecer patrones de comportamiento de animales en peligro de extinción, con el fin de facilitar su reproducción y mejorar el hábitat que necesitan.
Mencionar toda las campañas de formación y concienciación ambiental que se pueden establecer si tenemos acceso real a los datos ambientales. De hecho, EE.UU. se ha comprometido a facilitar más datos referentes a la situación ambiental del país, con el fin de concienciar a la población de los efectos del cambio climático.
Pekín y el control del CO2 con Big Data Ambiental
Pekín, capital de China, es una de las ciudades más pobladas del mundo. Y por tanto, tiene un alto nivel de contaminación atmosférica. ¿Cuántas veces has visto en televisión a ciudadanos de la capital China con mascarillas? No es solo por el tema salud, sino por la contaminación que existe en el país.
Estos hechos han llevado a las autoridades a tomar medidas extraordinarias para reducir los niveles de CO2, entre ellas, reducir el tráfico a la mitad de vehículos. Medidas que son parches o tiritas para paliar un mal extendido: la contaminación.
Ante esta situación, la empresa IBM ha puesto en marcha un proyecto basado en big data. Entre los resultados de los análisis realizados, se podrán establecer los picos de contaminación de la ciudad de Pekín y, con esta información, las autoridades establecerán medidas y acciones para reducir los niveles de contaminación.
Además, a estos datos extraídos a través de proyecto de IBM, su suma la información de la que dispone la Agencia de Protección Medioambiental de Pekín, que es capaz de predecir la calidad del aire con 72 horas de antelación.
El éxito de este proyecto de big data ambiental permitirá analizar y predecir diversas variables ambientales y meteorológicas que ayudarán a conservar a largo plazo nuestro hábitat: La Tierra.
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