Los ciudadanos han aumentado la comunicación gracias a Internet. El tráfico de datos que se produce desde los smartphones permiten obtener mucha más información sobre los recursos que consume una ciudad. Un gran volumen de datos que, a través de Big Data, ayudan a lograr ciudades inteligentes.
Los datos permiten optimizar el personal hasta los recursos económicos de una ciudad. Incluso potenciar los servicios como la hostelería o el ocio. Lo único que se necesita es contar con información sobre los movimientos que realizan los ciudadanos y turistas.
A primera vista parece algo intrusivo, recopilar información del móvil de un ciudadano. Pero no es así. En realidad se aplican estrategias mucho más sutiles y donde la colaboración de comercios puede ser clave.
Desde la central de radiotaxi o la venta de bonos para tranvía o el metro, pasando por un seguimiento de los servicios realizados en cafeterías o restaurantes ubicados en zonas estratégicas de la ciudad, hasta el movimiento de los vehículos en las zonas con más tránsito de la ciudad.
Estos datos pueden ayudar a desplazar servicios a determinadas zonas. En el caso de detectar una alta demanda de taxis se pueden redistribuir las rutas con el fin de mejorar el servicio en las zonas más colapsadas. Del mismo modo, si el tráfico es mucho más intenso en la zona de costa pueden acudir personal para dirigir el tráfico y mejorar la fluidez.
Ciudades inteligentes, sistemas automatizados
Además de optimizar recursos en tiempo real de forma prácticamente manual, las ciudades inteligentes tienen la capacidad de autogestionarse.
Desde regular el consumo de agua dependiendo del volumen de turistas, que está ligado en muchas ciudades a la época del año. Hasta aplicar medidas sostenibles como paneles fotovoltaicos en las comunidades o urbanizaciones con un elevado consumo eléctrico, así como en centros comerciales o públicos. También se pueden optimizar los medios de transporte públicos con vehículos eléctricos e instalar paneles solares para semáforos o señales luminosas.
Estos sistemas automatizados de nada sirven sin una revisión periódica. Desde hace años, vemos como los aspersores del jardín público se encienden y riegan el césped y parte de la calzada. Aunque la medida apunta a mejorar la optimización del consumo de agua acaba por terminar en una mala acción, ya que los aspersores no se revisan ni regulan adecuadamente.
En España, Barcelona ocupa el puesto 21 en el ranking de smart cities europeas, mientras que Valencia se sitúa en el puesto 23. Esta última gestiona un total de 45 servicios municipales de forma inteligente a través de la plataforma digital VLCi. Una gestión que permite ahorrar a la ciudad 140.000 euros al año.
Comments
comments